Arquitectura sustentable: desafío de una mejor calidad de vida para Latinoamérica

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Una construcción energéticamente eficiente y en armonía con el medio ambiente es el desafío de la nueva arquitectura. Pioneros como el austríaco Georg Reinberg promueven esta tendencia, también en América Latina.

Mientras en Europa cada vez más construcciones aprovechan la energía solar, en América Latina, donde la irradiación del sol es mucho mayor, aún hay mucho por hacer. Edificios que se autoabastecen de energía o que incluso pueden vender el excedente de lo que producen, no son una ilusión. Basándose en medidas como un buen aislamiento térmico, uso eficiente de la energía y ventilación controlada con recuperación de calor se puede generar un gran cambio y tener una vida más saludable e incluso más económica.

Uno de los pioneros de esta tendencia es el austríaco Georg Reinberg. Con su “arquitectura solar” promueve conceptos de sustentabilidad y respeto por el entorno y por el ser humano. Comenzó a desarrollar estas ideas al titularse de arquitecto, a fines de los años 70. “Desde que se inicia la segunda crisis del petróleo a nivel mundial y que al interior del país se opta por el rechazo al uso de la energía atómica, las fuentes de energía alternativa cobraron más y más importancia para el público y yo mismo me fui apasionando cada vez más con este tema”, comenta.

En Santiago de Chile, Reinberg –cuyos proyectos han recibido numerosos premios- compartió estos conceptos con arquitectos y constructores en un seminario organizado por la Cámara Chileno-Alemana de Comercio. “Su obra nos entrega nuevas herramientas y técnicas a aplicar y adaptar en Chile, país que cuenta con una sobresaliente irradiación solar“, indica la arquitecta alemana Maria Blender, radicada en Chile desde hace 14 años.

Construir un futuro mejor

Junto con su mujer, la arquitecta mexicana Marta Enríquez, Reinberg ha dado forma a numerosos proyectos. “Lo importante es que el edificio no desperdicie energía y cuando se logra reducir la demanda, es más fácil cubrirla con fuentes alternativas y renovables”, explica Reinberg.

Los beneficios son múltiples: “Las paredes son menos frías en invierno y en verano menos calientes, el aire al interior de la habitación es siempre saludable”, destaca el arquitecto. Además, los gastos por consumo de energía son más bajos o varían menos de acuerdo a las fluctuaciones del mercado. Incluso, “en una casa autosuficiente, se puede ser completamente independiente de los mercados convencionales”, indica.

Reinberg es un convencido de que este tipo de construcción no sólo mejora la calidad de vida de sus habitantes, sino que también disminuye la contaminación y los costos ambientales y de salud. A la larga, resulta “mucho más económica que la forma convencional de construcción y además es una contribución importante para el futuro de nuestros hijos”.

Entorno propicio

También en Latinoamérica, donde hay un entorno muy propicio. “Muchos países latinoamericanos tienen mejores condiciones para enfrentar este reto, comparados con países como Alemania o Austria -indica Georg Reinberg-. Allí tienen mayor cantidad de radiación solar o cuentan con recursos tales como energía geotérmica”.

Además, es posible mejorar construcciones ya existentes. “En edificios de mala calidad constructiva y alto consumo de energía es más fácil lograr con un pequeño esfuerzo una mejora sustancial. No se obtiene el mismo resultado si hablamos de edificios que ya cuentan con un mínimo aislante térmico, como es el caso de muchos edificios en Alemania”, explica.

Construir con fardos de paja

“En Chile el primer objetivo es lograr más calidad de vida, ojalá minimizando los impactos ambientales asociados”, dice la arquitecta Maria Blender. “Una gran parte de la población vive en casas que en invierno no están bien calefaccionadas y en verano se sobrecalientan. A esto se suma una considerable contaminación del aire interior, por el uso de la calefacción a llama abierta con leña y parafina”, agrega.

Blender se ha hecho conocida por sus construcciones con fardos de paja. La arquitecta, quien también presentó su trabajo en el seminario de Georg Reinberg, asegura que “con un diseño ‘solar’ aplicado a fardos de paja, se pueden construir casas que en invierno requieren muy poca calefacción y en verano se mantienen frescas”.

La mayoría se interesa por construir con este material renovable por el costo. “La gente cree que es muy barato, pero al final cuesta prácticamente lo mismo que una casa convencional. El precio depende mucho de las terminaciones y las instalaciones técnicas, no tanto del material de los muros exteriores”, explica. Sin embargo, sus cualidades térmicas a la larga sí tienen un impacto en la economía familiar.

Proyectos como éstos, comienzan a generar un cambio en la forma de construir y habitar, más en armonía con el medio ambiente. Los arquitectos coinciden en que no sólo se requiere aplicar nuevas técnicas y capacitar profesionales, también se necesitan cambios culturales y en los hábitos de las personas.

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