La segunda enmienda, el telón de la corrupción.

Frente a cientos de personas reunidas en aquel salón de eventos de Sunrise Florida, el joven Cameron Kasky confrontaba al Senador de los Estados Unidos Ted Cruz con una sencilla pero crucial pregunta: ¿Seguirá usted aceptando donaciones de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés)? El político cuestionado camino por el templete viendo hacia abajo y, por unos segundos, el público presente se levantó y aplaudió apoyando el cuestionamiento del joven, pero Cruz evadió la respuesta y contestó que el apoyaba la segunda enmienda y el derecho de todos a tener una vida segura y que no era una cuestión de dinero sino de representar a millones de estadounidenses que buscaban seguridad y, ante la insitencia del cuestionamiento del joven y el público, tuvo que responder que sí seguiría recibiendo el apoyo de esa asociación.

El debate se presentaba a los pocos días del infortunado evento que tuvo lugar en esa misma población en la escuela secundaria Marjorie Stone Douglas, donde un joven adolescente armado mató a 17 estudiantes e hirió a muchos más. La opinión pública en Estados Unidos se volcó contra la irresponsable regulación de armas de fuego en ese país, que pretende fundamentarse en la segunda enmienda constitucional que establece el derecho de los ciudadanos de tener y portar armas de fuego.

Quizá antes de esto no se había presentado un movimiento de tal magnitud del que nació una verdadera oposición a la venta y uso irrestringido de armas en los Estados Unidos, numerosas organizaciones han surgido para oponerse a esa política armamentista como Every Town for Gun Safety, Center for Responsive Politics  (CRP, por sus siglas en inglés)) o Never Again MSD, esta última fundada por el propio joven Kasky.

Pero las matanzas han seguido y a pesar del boicot contra la extrema libertad en la comercialización de armas de fuego, la posibilidad de portarlas y adquirirlas, continúa en los Estados de la unión americana. Parece ser que no existe un poder suficientemente fuerte para lograrlo y todo obedece a la corrupción política en ese país.

La industria armamentista en Estados Unidos, tiene un brazo poderoso e intocable que es la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) y esta asociación tiene una fuerza política irresistible para muchos.

De acuerdo a CRP el gasto que realizó esa asociación en las campañas presidenciales del 2016, fue de 419 millones de dólares que se destinan a programas legislativos y asuntos públicos y esa cifra implicó un aumentó de 100 millones al año anterior.

Todo ese dinero dirigido, en una buena parte a financiar campañas políticas, a través de suempresa gemela, el Instituto de Acción Legislativa, que como organización de bienestar social, no tiene que rendir cuentas claras. El dinero destinado, en forma directa, por estos medios a la campaña de Donald Trump, ascendió a 30 millones de dólares, pero las centenas de millones destinados ese año por la ANR a las campañas políticas, deben haber tomado multitud de derroteros faltos de claridad o definitivamente oscuros.

Es de tal grado la intervención, en la política de los Estados Unidos, de la NRA que tiene un comité especializado en vigilar a los políticos y clasificarlos de acuerdo a sus tendencias a la protección ilimitada a las armas y los mejor calificados suelen pertenecer al Partido Republicano.

El interés por el presidente Trump para proteger a la NRA no se ha ocultado y ha expresado su apoyo a esa asociación en diversa ocasiones y así en abril de 2018, en una convención de abogados defensores de la portación de armas de fuego, declaró que los ocho años de ataques y persecución a la segunda enmienda, se habían acabado.

Pero quiza el golpe más fuerte que el presidente norteamericano ha dado en últimas fechas al control de armas de fuego, no solo en Estados Unidos, sino a nivel mundial se haya presentado en el retiro del Senado Norteamericano del Tratado de Comercio de Armas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Este tratado es una norma legal internacional que la ONU elaboró luego de siete años de esfuerzos y estudios de especialistas, consultas a países y organizaciones y fue aprobado por la Asamblea General de dicha organización en 2013, la intención es limitar el comercio internacional de armas con miras a controlar el terrorismo y el crimen organizado.

El tratado fue aceptado por la presidencia de Estados Unidos y presentado ante el Senado de ese país para que pudiese obligarle a su cumplimiento, pero el presidente Trump, argumentando que dicho tratado se opone a los principios constitucionales y la voluntad del pueblo norteamericano, en mayo de este año, lo retiró del legislativo, lo que es un acto ofensivo hacia los legisladores que trabajaron en ese tema, a la ONU y la comunidad internacional y, en específico, para México, pues es de todos sabidos como ha afectado a nuestro país la libertad irrestricta del comercio de armas en los Estados Unidos.

Transparencia Internacional define a la corrupción como el uso del poder otorgado en beneficio propio o de un tercero,

El presidente Trump y la mafia de políticos norteamericanos que se han visto beneficiados por la intervención de la NRA y defienden a capa y espada los intereses de esa asociación; recibieron el poder del pueblo tal y como se establece en el primer párrafo de la constitución de ese país y utilizan ese poder para defender los intereses particulares de quienes manejan el comercio armamentista, por lo que son, a la vista de esa definición corruptos.

En México, desde hace más de una década, hemos vivido el horror del poder de la industria armamentista y la corrupción de la política norteamericana, lo que ha causado centenas de millares de muertes y millones de víctimas que sufren esas consecuencias y en los hechos acontecidos en Culiacán hace unos días, en donde la fuerza de fuego del crimen organizado hizo temblar a las  fuerzas armadas del gobierno, ha brotado la clara expresión de eso.

El presidente López Obrador ha sido acertado en reclamar al su homólogo el tráfico de armas hacia México, pero en realidad poco se puede esperar de quien está en campaña para su reelección y tiene como su gran mecenas a la NRA.

 

Oscar Müller Creel

Oscar Müller Creel