¿Quién frenará la brutalidad policial?

Una noche salía de trabajar, llevaba varias horas tocando en un bar y ya era de madrugada, estaba cansado y un amigo se ofreció a llevarnos a mi esposa y a mí de regreso a casa, íbamos transitando por una calle oscura de Bogotá cuando de la nada apareció una motocicleta con las sirenas encendidas y nos cerró el paso, los dos agentes se bajaron y comenzaron a increpar a mi amigo que iba conduciendo diciéndole que estaba ebrio, mi amigo no toma, fue tal la insistencia que al final mi amigo preguntó que querían y ellos le solicitaron un soborno en dinero para dejarlo ir, al ver la injusticia yo bajé del carro y uno de los agentes se tornó violento conmigo por el solo hecho de bajar a preguntar, terminamos enfrascados en una discusión y posterior traslado a una estación en donde cuanto contamos lo sucedido obviamente los otros policías escondían a los responsables.

Hace unas semanas vimos como George Floyd fue cobardemente asesinado por un grupo de policías que lo sometió hasta asfixiarlo, y aunque trataron de esconder el crimen comuna autopsia realizada por un perito “oficial”, se reveló que fue un asesinato en otra contratada por la familia.

Estos días he visto cientos de videos de brutalidad policial, no solo en Los Estados Unidos, también en Colombia, El Salvador, México, en todos los países el mundo la policía está confundida, no es ese cuerpo de seguridad que debe proteger a los ciudadanos e imponer la ley, sino que se ha convertido en un brazo de represión de los gobiernos en donde los asesinatos a manos oficiales son pan de cada día, la impunidad es normal y en casos peores como Los Estados Unidos podemos considerar que es un “estado policial”.

Los agentes se convierten entonces en lacayos arrodillados a los gobernantes de turno sean estos corruptos o no, imponiendo a golpes, miedo y disparos una doctrina de encarcelamiento en libertad, un poder que se basa en la ignorancia y la fuerza bruta, ver a un policía no es sinónimo de tranquilidad, al contrario, está demostrado que, en países como Estados Unidos, se detenido por un oficial es uno de los momentos más peligrosos de la vida de una persona.

La culpa la tiene la corrupción en los gobiernos y el exceso de autoridad desmedida que se les ha otorgado por décadas, hemos visto y esto es difícil de refutar, que los cuerpos policiales no son muy eficaces atrapando a los asesinos, mafiosos o ladrones violentos, cuando si lo son sometiendo a ciudadanos indefensos que no tienen armas o temple para defenderse.

¿Quién detiene a la policía? Al parecer no es importante, para que suceda algo como lo que incendió a las ciudades de Estados Unidos pasan años, pero durante ese tiempo ciento y miles de personas caen muertas bajo las armas de estos empleados del estado y muchas veces son personas inocentes o que en dado caso no merecían morir, porque un policía no es un juez o un verdugo, ellos están para en lo posible atrapar a las personas con vida y presentarlas ante las autoridades correspondientes, no para juzgar y ejecutar si así lo consideran.
Es lógico, que en un situación de vida o muerte en donde la integridad física de un oficial se vea amenazada ellos respondan con fuerza letal, pero la mayoría de videos que vemos son asesinatos a sangre fría, en todo el continente y en gran parte del planeta tierra esto es la normalidad, es una constante, se basan en que ellos tienen su propio sistema de justicia el cual casi siempre es amparado por la impunidad, unos informes después y algunos arreglos, los agentes salen de nuevo a las calles, algunas veces con una simple advertencia, mientras se celebran los funerales de sus víctimas.

Lo peor es que estas cuestiones son de conocimiento público, es uno de esos temas que todo el mundo conoce, pero es mejor no decir nada por miedo, porque al final, el ciudadano, aquel al que le han vendido la falsa idea de libertad en estas dictaduras disfrazadas de democracia, siempre tendrá las de perder y es mejor callar que morir.

Es lógico que no se puede asegurar que la totalidad de los agentes de policía sean así, hay algunos que se toman en serio su juramento y hacen las cosas como deben ser, pero en este caso, como dice el dicho, una manzana podrida es suficiente para dañar todo el envío.

Felipe Szarruk

Felipe Szarruk