Por: Oscar Müller C.
Gary Jennings en su libro “El Viajero”, que se refiere a la vida del veneciano Marco Polo y su viaje por el Lejano Oriente, describe en su narrativa que luego de cruzar un país montañoso, llegaron a una enorme extensión llana, que debe corresponder al Desierto de Gobi, ahí tuvieron que vender los carros en que cargaban las mercancías, para adquirir otros que se adaptaran a los nuevos caminos que recorrerían. Al describir esos carruajes, menciona que las ruedas superaban la altura de un hombre, lo que permitía circular por caminos tan andados que los surcos eran profundos, de ahí la necesidad de ruedas altas.
Me pregunto: ¿Cuántos siglos tuvieron que pasar para que, en ese camino que abarcaba una distancia similar a la que separa Yucatán de Sonora, el surco tuviese esa profundidad? y ¿Qué seguridad existía en esos caminos para que los comerciantes pudiesen circular por estos, en sus carromatos cargados de mercancía, sin ser asaltados?
Tal vez la respuesta la podemos encontrar en la descripción que hace el mismo Marco Polo, en su diario, al referir que: las personas dejaban los carros cubiertos, delante de las puertas de sus casas con mercancía y que, estaba "condenado a muerte todo el que tome alguna cosa de ellos" y subraya que esto se refiere más a una práctica de honor y seguridad en el comercio tártaro, confianza pública que garantizaba que la mercancía depositada no sería robada.
Cuando Marco Polo realizó su viaje, las monarquías, como sistemas de gobierno, apenas empezaban a consolidarse, pero más de tres siglos después, un francés, de nombre Juan Bodino, en su trabajo titulado “Los seis libros de la República”, describe la Soberanía, como el poder que tenía el monarca para gobernar, ahí menciona que ese poder tiene límites:
En cuanto a las personas debe garantizar Justicia, Defensa y Protección refiere que, en un intercambio entre el monarca y los súbditos que deben al príncipe obediencia, ayuda y socorro, y a cambio, el príncipe les debe justicia, defensa y protección. También menciona que el soberano debe respetar a la propiedad privada, en tanto que no puede ser el dueño absoluto de los bienes de sus súbditos, ya que, si se confunde lo público con lo particular, "no hay ni república ni familia".
En cuanto a los otros soberanos, El Príncipe, tiene la libertad de decidir si entabla o no relaciones diplomáticas y si firma o no tratados. Sin embargo, una vez que asume un tratado, debe observar las normas del Derecho Internacional que ha aceptado.
Este concepto de Soberanía, es el que luego adoptaran pensadores como Hobbes y Locke, para fijar las bases que, en la ilustración, se da a las modernas repúblicas que nacieron con las revoluciones francesa y norteamericana, ahora la Soberanía no pertenece al monarca sino a la gente de un país.
De esto, se inspiraron los fundadores de nuestro querido México para elaborar la Constitución de 1824, con una idea de Soberanía que continuó vigente, hasta que llegó MORENA al poder, en donde se ha destrozado a la República, como cosa de todos, para convertir al país en cosa de unos cuantos.
Esa “Soberanía” es al concepto al que tanto acude la presidenta Sheinbaum, para justificar sus actos; el pretexto que tiene para todo “…somos un país soberano… Y nuestra Soberanía, ¿dónde queda?” son frases a las que continuamente acude en defensa de sus políticas.
Pues, le tengo una noticia a la presidenta, usted y su antecesor, a mi juicio el peor presidente que ha tenido mi país, han violentado continuamente la Soberanía de México, pues no aseguran la justicia ni la seguridad e incumplen los tratados que tenemos celebrados.
No tiene la presidenta la menor idea de lo que es la Soberanía. La supremacía del crimen organizado en una buena parte de mi querida patria, es la mejor imagen de esa deteriorada concepción de estos señores cuatroteros, de lo que es gobernar.
Descanse en Paz Carlos Manzo, quien pretendió gobernar con honestidad, junto a los despojos de la república que están dejando los “redentores del pueblo”.