Las estrategias de diseño conllevan un análisis profundo de la función que desempeñará la edificación, de sus usuarios, ubicación geográfica, conocimiento del macro clima del lugar y de qué manera está influenciada por el entorno inmediato.
A pesar de todos los avances tecnológicos logrados en los últimos dos siglos -y muchas veces a causa de ellos-, la sociedad se enfrenta a la urgente necesidad de mejorar su convivencia con la naturaleza. La tecnología le ha facilitado la vida a los seres humanos, pero han tenido que pagar un precio alto: los recursos naturales utilizados se acercan a su extinción, porque no son manejados de una manera sostenible.
Una arquitectura sostenible es aquella que garantiza el máximo nivel de bienestar y desarrollo de sus ocupantes y su entorno, utilizando de manera óptima los recursos naturales, y al mismo tiempo minimizando el impacto ambiental que las edificaciones generan.
Irónicamente el arquitecto ha sido cómplice de este deterioro y agotamiento de los recursos y del medio ambiente en general. Pero sin arquitectura no hay civilización, y es por eso que como uno de los principales pilares de la civilización, el arquitecto, en su rol de diseñador y constructor del entorno físico, tiene la responsabilidad de crear utilizando nuevos métodos que aseguren un mejor medio ambiente para el futuro, lo que se traduce en una arquitectura sostenible.
SOSTENIBILIDAD NO INTENCIONAL
Se puede pensar que la sostenibilidad en la arquitectura es un nuevo concepto, pero la realidad es que tiene antecedentes claros y profundos, fácilmente visibles en las áreas rurales de nuestro país. Es así que en sus inicios vernáculos la sociedad dominicana tenía patrones de construcción sostenibles aún sin ser intencionales (con un previo diseño y análisis con objetivos arquitectónicos claros). La arquitectura vernácula dominicana utiliza materiales que en su mayor parte proceden del entorno inmediato, muchos de los cuales son de origen vegetal (como yagua, cana y guano), que se adaptan al medio y al terreno concreto en el que se constituía.
Este tipo de arquitectura, aunque creada de manera empírica, lograba confort climático por medio de la manipulación de sus elementos arquitectónicos como respuesta a la radiación solar, la precipitación y los vientos, y mantenía una temperatura del aire y un bajo nivel de humedad dentro de los espacios habitables, logrando así una verdadera sostenibilidad.
Esto no quiere decir que se debe vivir en chozas o ranchetas, sino que al igual que nuestros habitantes rurales, tomemos en cuenta el lugar de donde vienen los materiales, y que tomando en cuenta el clima, se diseñe considerando el confort de los usuarios.
TODO ESTÁ EN EL DISEÑO
La arquitectura sostenible se fundamenta en varios principios: optimización de los recursos y materiales, reducción del consumo energético y promoción de energías renovables, disminución de residuos y emisiones, eficiencia en el desempeño y uso de los edificios y, por último, el mejoramiento de la calidad de vida de sus usuarios.
Independientemente de las nuevas tecnologías aplicadas a la arquitectura, estos principios sólo se logran con un proceso adecuado de diseño. Ahí está la base de toda edificación sostenible.
Reza una famosa frase del distinguido arquitecto Luis Sullivan: «la forma sigue a la función». Pero la actualidad demanda que vayamos más allá; la forma sigue una función, pero la función sigue un desempeño objetivo. Las estrategias de diseño conllevan un análisis profundo de la función que desempeñará la edificación, de sus usuarios, ubicación geográfica, conocimiento del macro clima del lugar y de qué manera está influenciada por el entorno inmediato. Tomando en cuenta esto, las decisiones que toma el arquitecto durante el proceso de diseño son las que determinan en gran medida la eficiencia energética de una edificación.
ESTRATEGIAS
Para lograr el diseño sostenible es importante tener en cuenta ciertas estrategias:
Diseñar para una latitud. Hacer énfasis en la ubicación y al clima tomando en consideración: en primer lugar las especificaciones del proyecto, su cobertura y sus usuarios, y en segundo lugar estudiar a profundidad cómo el clima puede usarse a nuestro favor tomando en cuenta una serie de detalles como la orientación que tendrá el edificio con respecto al terreno.
Hay que observar el sol. Para el diseño es muy importante la trayectoria aparente descrita por el sol en el firmamento durante un año, ya que de ello dependerá la manera en que la radiación que recibe influye la forma y la estética. En la República Dominicana, por nuestra latitud, el Norte está libre de incidencia de radiación solar directa y por lo tanto se permite tener grandes aberturas que llenan el edificio de luz natural sin el calor que trae la entrada directa de los rayos del sol. En caso de que la forma del terreno no permita una orientación óptima, se considera la elección de protecciones solares. En otras latitudes más cercanas a los polos, el sol es algo que queremos aprovechar, pero en el trópico lo ideal es manejar la forma del edificio de manera que la menor superficie sea afectada por el sol.
El sol, en combinación con la selección de materiales de la envolvente del edificio, determina en gran medida la ganancia de calor, y en esencia, con el manejo adecuado de las aberturas, maximiza la iluminación natural dentro de los espacios. Estas estrategias de diseño representan un importante aporte al ahorro energético en el desempeño del edificio. El conocimiento de la trayectoria solar hace que diseñar para evitarlo sea como un juego.
El diseño no se lo lleva el viento. Los vientos en combinación con el sol median en la temperatura y la humedad relativa de los espacios. El viento es una variable que ayuda al refrescamiento interno del edificio. Debemos determinar su procedencia y la manera en que los elementos en el entorno inmediato (como la vegetación, edificios o la misma topografía) influyen el patrón de viento normal de la zona. Teniendo esta información, se diseña para maximizar el flujo de brisas dentro del edificio por medio de técnicas sencillas de aberturas y conocimientos básicos sobre la termodinámica de las mismas (aire caliente asciende, aire frío desciende).
Estas estrategias durante el proceso de diseño se verifican mediante varias herramientas digitales disponibles en la actualidad que permiten un aproximado cercano del comportamiento de estas variables climáticas y permiten al arquitecto comprobar cuán acertadas son sus decisiones.
LOS RETOS
El reto más importante es la educación ciudadana. La concienciación de los dominicanos, sobre todo los inversionistas y constructores, respecto al impacto medioambiental es un reto importante para la arquitectura sostenible. Se debe hacer un esfuerzo por enseñar a las personas que ya la arquitectura sostenible no es un «lujo» o «moda», hoy en día es una necesidad.
La sostenibilidad en la arquitectura no sólo es beneficiosa para el medio ambiente, también implica grandes ahorros en la construcción, en los costos energéticos a largo plazo, así como en la salvaguarda de la salud.
Tanto en su condición de arquitectos como en la de seres humanos, es necesario tener en cuenta que la sostenibilidad es un concepto que abarca todas las dimensiones de la existencia, y que se puede convertir en una filosofía y, desde el rol de cada uno en la sociedad, hacerla una realidad para asegurar el futuro del planeta.
ENERGÍA Y AGUA
Como complemento del diseño está el ahorro de energía y agua. Mediante la utilización de luminarias de bajo consumo, fuentes de energía alternativa y equipos utilizados en la climatización interna se puede procurar el ahorro de energía y hacer una edificación ya existente un poco más sostenible. Asimismo, el reúso de aguas grises o negras y el uso de agua de lluvia también constituye una estrategia importante, debido a la creciente escasez de agua dulce en el planeta.