Incrementa productividad en la construcción en Latinoamérica

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A pesar de los múltiples cambios geopolíticos en el mundo, la necesidad de desarrollar más infraestructura y construirla con más eficiencia sigue siendo imperiosa. En el caso de América Latina, la discusión es muy oportuna, ya que cada día hay más interés en estar preparados ante los retos y los efectos de la economía de la Cuarta Revolución Industrial.

Ante ello, vale la pena contestarse, ¿cuál es la situación de la productividad en la construcción en la región? ¿Cómo se puede mejorar en este rubro?

Latinoamérica, improductiva en construcción
Para entender la trascendencia de la construcción, se tiene que ver desde diferentes dimensiones. Así, la construcción es:

La principal palanca para la implementación de la infraestructura.
Una actividad económica a la que hay que prestar atención debido a los millones de empleos que genera.
Capaz de equipar a los trabajadores con experiencia práctica y habilidades de demanda duradera.
Una fuente clave para generar oportunidades e igualdad, ya que se pueden realizar construcciones tanto en lugares desarrollados como no desarrollados.
Una de las primeras actividades económicas en desactivarse si viene una desaceleración, y una de las primeras en recibir inyección de estímulos cuando se busca salir de una recesión.
De acuerdo con el McKinsey Global Institute, la construcción es, a nivel mundial, la industria con la menor cantidad de incremento en productividad en los últimos 20 años. Como referencia, mientras la manufactura creció su valor añadido en 3.6% y la economía mundial lo hizo 2.8%, la construcción solo lo hizo en 1%.

Siendo justos, la construcción no es manufactura —que requiere menos inversión en activo fijo y poca investigación y desarrollo—, principalmente porque cada proyecto es único y no se puede producir en serie; pero ello no es suficiente para obviar el estancamiento en la productividad. Un sector de construcción improductivo implica aumento de costos, de riesgos y de desperdicio a lo largo de los ciclos de vida del proyecto, con pérdida de competitividad incluida.

Como se puede observar en la siguiente gráfica de The Economist, la región en general tiene una productividad baja por cada hora trabajada en el sector de la construcción. Aun así, destacan los casos de Chile y Argentina como dos países con crecimiento tímido, mientras que Colombia, Brasil y México han retrocedido.

Entre las causas de este fenómeno se encuentran:

La contratación de personas en lugar de la compra de máquinas, dado especialmente el bajo nivel salarial de los países y el sector, así como a la facilidad de contratar y despedir trabajadores.
El bajo grado de digitalización e innovación. Por ejemplo, apenas 1% de los costos globales del sector pasan por el software, mientras que otras industrias destinan entre 3,5% y 4,5%.
La volátil demanda para construir obras, dependiente de las condiciones de los sectores público y privado, que ocasiona ciclos continuos de inversión y freno a la misma.
La corrupción para la asignación directa de contratos ocasiona que haya constructoras con crecimiento antinatural, del orden de decenas de veces que, luego decaen al dejar de ser ‘favoritas de la administración’.
La tendencia de la región a colocar dinero y personas en empresas poco productivas.
Según señala McKinsey, la actuación de empresas y gobiernos innovadores sobre organizaciones y regiones puede aumentar la productividad en la construcción entre 50 y 60%.

¿Cómo aumentar la productividad en la construcción?
A nivel global, los esfuerzos para la mejora de la productividad en la construcción han tenido resultados mixtos y un camino de implementación complicado, debido a que el sector:

Produce bajos márgenes.
Llega a sufrir complejas operaciones financieras, así como fusiones y escisiones.
Requiere una estrategia de largo plazo que incida en la capacidad para formar una continuidad de proyectos en desarrollo.
Necesita políticas de planeación en los gobiernos y un sistema de planeación de infraestructura.
Además, los incentivos llegan a ser divergentes: mientras la población general esperaría hacerse de infraestructura de calidad mundial casi gratuitamente, el gobierno prioriza que las construcciones le generen votos y se puedan inaugurar en el menor tiempo posible, mientras que los privados buscan participar en más proyectos, aumentar sus utilidades y asegurar concesiones por el mayor tiempo posible. Los dos últimos sectores también buscan reducir los riesgos que asumen y mejorar la integración de los proyectos.

Se debe mejorar el paradigma de adjudicar los contratos dando un peso demasiado importante al precio ofertado, lo cual fomenta concursos distorsionados, los contratos de una sola etapa, y el poco trabajo conjunto entre privados y gobierno. Se pueden tomar en cuenta factores como la relación calidad-precio y tanto el rendimiento como los resultados producidos en la construcción de proyectos anteriores.

La capacitación es crucial para incrementar la productividad de la construcción. Por su naturaleza, los conocimientos son multidimensionales y también se pueden adaptar al rol de los trabajadores en el sector. Ante ello, es útil guiarse por el Score de Conocimientos de Infraestructura desarrollado por la Institución Brookings, del que se seleccionaron las 15 ocupaciones alrededor de la infraestructura (de entre 95) que requieren la mayor cantidad de conocimiento.

El desarrollo de las tecnologías será clave para aumentar la productividad. Las principales tendencias en tecnología para la construcción pasan por el software colaborativo, la creación de plataformas y mercados de comercialización de insumos, la creación de apps para la construcción e información de proyectos, para la gestión financiera, la automatización avanzada, el software de diseño, así como programas para recopilación y análisis de datos.

También se deben atender lo que una encuesta de la Unidad de Inteligencia de The Economist considera las barreras para incrementar la productividad en la construcción, que además del ya mencionado acceso a empleados capacitados, incluye los métodos de adquisición de materiales, la forma en que el gobierno emite y gestiona los requerimientos, así como evitar las líneas del tiempo prácticamente inviables.

Sería conveniente retomar algunas de las recomendaciones emitidas por McKinsey para el sector, entre las que se incluye:

Simplificar las complejidades regulatorias que inhiben la productividad y aumentar la transparencia.
Impulsar modelos alternativos de contratación como la entrega integrada de proyectos (IPD, por sus siglas en inglés).
Repensar los métodos de ingeniería, especialmente los procesos de diseño y el impulso de elementos repetibles.
Transformar la ejecución in situ a través de sistemas técnicos y de gestión, así como un cambio en la mentalidad del sector. Para ello, la introducción de KPIs de medición es la acción que se antoja más importante.
Implementar estas acciones debe derivar en el aumento de la productividad y, por ende, de los sueldos del sector, que se encuentran entre los más castigados entre las industrias clave de la región. Implementar estas acciones será crucial para mejorar la competitividad de cada país, aun cuando el dinero barato post-recesión se ha terminado y la inversión social pública está en niveles muy bajos. Sin embargo, la construcción es un sector noble que, de ser impulsado correctamente, será una palanca prominente de desarrollo durante la Cuarta Revolución Industrial.

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