América Latina es la región más urbanizada pero menos densamente poblada del planeta.
Con un área de más de 21.069.501 km2 la región tiene una población de alrededor de 600 millones.
Más de 480 millones de personas viven en áreas urbanas.
El nivel de urbanización de la región es 79.1%.
Al menos 10 de las grandes ciudades en el mundo están en América Latina.
En la región hay más de 125 ciudades con más de 500 mil habitantes.
En la medida en que los centros urbanos de la región crecen en número y tamaño, estos enfrentan limitaciones en la disponibilidad, cantidad y calidad del suelo apto para urbanizar. En los últimos años los desastres naturales han sido más frecuentes y más intensos, lo que ha hecho que los suelos urbanizados -legal o ilegalmente – estén sujetos a los efectos catastróficos del cambio climático.
En el futuro ciudades menos vulnerables, más adaptables y más sostenibles requerirían operaciones urbanas que transformen la interacción de ellas con el medio ambiente, el medio físico y el medio institucional. Para mitigar los efectos negativos de la urbanización, se hacen necesarias nuevas estrategias y propuestas de desarrollo. A lo largo de la región, el reto de las transformaciones urbanas varía en su alcance, escala e impacto. Es por ello que se requiere que el BID adopte una estrategia multi-dimensional, coordinando las intervenciones de distintos organismos, aprendiendo de las experiencias y mejores prácticas, y ante todo, diseñando programas y proyectos integrales que envuelvan un amplio rango de actores y que se desarrollen en períodos substanciales de tiempo (e.g. 5, 10 o más años). Si cambiamos el enfoque sectorial tradicional de las entidades multilaterales por un enfoque territorial, tendríamos un impacto más relevante y significativo.
El reto más importante para la región en el mediano plazo es cómo manejar el crecimiento de las ciudades sin poner en riesgo el medio ambiente, la economía, la gobernabilidad y la calidad de vida de la ciudad. Las transformaciones urbanas no se pueden improvisar. El crecimiento sustentable requiere planificación para enfrentar el futuro. Se requiere una planificación participativa en la que se incluyan a todos los miembros de la sociedad y donde se promueva una visión del futuro de la ciudad y sus habitantes. Esta visión debe ser la de reducir la vulnerabilidad de los habitantes y el patrimonio de la ciudad, basada en principios democráticos y de equidad, promoviendo la protección del suelo no urbanizable y el fortalecimiento de la economía. Es indispensable mejorar la calidad de vida de los habitantes, y consolidar la representatividad, eficacia, transparencia y responsabilidad de las autoridades y gobierno de la ciudad.
El crecimiento sostenible dependerá, en los próximos años, de cuantiosas inversiones en compra de suelo de protección y en infraestructura para mitigar riesgos ambientales y manejar las dinámicas urbanas (e.g. transporte, movilidad, seguridad, comercio, producción, etc). Recursos adicionales se requerirán para manejar los desechos líquidos y sólidos, invertir en espacio público, servicios comunales y servicios básicos y en operaciones estratégicas de rehabilitación, consolidación, conservación, mejoramiento y expansión de usos de suelo urbano.