Según los últimos datos de la DGT, en España circulan más de 35 millones de vehículos, de los cuáles 1,8 millones corresponden a Castilla y León. Esos autos, motos, camiones generan todos los años más de 300.000 toneladas de neumáticos usados (el equivalente a 6 vertederos como el que ardió en Seseña en el año 2016). Estamos, por tanto, ante un problema de grandes dimensiones, no sólo en nuestro país, sino en el conjunto de Europa, donde se producen anualmente más de 3,5 millones de ruedas usadas.
Para dar una respuesta adecuada a este reto, la Comisión Europea puso encima de la mesa en el año 2015, la idea de la «economía circular». El sistema lineal de nuestra economía (extracción, fabricación, utilización y eliminación) ha alcanzado sus límites. Asistimos a un agotamiento de los recursos naturales y combustibles fósiles. La economía circular es un concepto económico que se interrelaciona con la sostenibilidad y cuyo objetivo es que el valor de los productos, materiales y recursos (agua, energía, …) se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, y que se reduzca al mínimo la generación de residuos. Se trata de poner en práctica una nueva economía, circular -no lineal-, basada en el principio de «cerrar el ciclo de vida» de los productos, los servicios, los residuos, los materiales, el agua y la energía. Dejar de considerar los residuos como algo inservible y verlos como lo que realmente son, valiosos recursos, es uno de los pilares de la economía circular.
La gestión de los neumáticos fuera de uso es uno de los mejores ejemplos de economía circular que tenemos en nuestro país. Gracias a la labor de entidades sin ánimo de lucro como Signus o TNU, en un tiempo realmente corto en España se ha pasado de depositar los neumáticos en vertederos a desarrollar toda una infraestructura de recogida, clasificación y aprovechamiento de estos, permitiendo convertir un residuo, en una serie de productos de alto valor añadido.
Es cierto que no paran de multiplicarse segundos usos para las ruedas usadas: recauchutado, rellenos de césped artificial, mezclas bituminosas, suelas de calzado, barreras de protección, etc. Pero también es cierto que el mercado de ruedas recauchutadas sigue bajo mínimos en nuestro país, o que el destino de neumáticos a obra civil es prácticamente anecdótico a fecha de hoy, con 25 toneladas. Las piezas de caucho, los parques infantiles o el calzado fabricado a partir de neumáticos gastados no son capaces de absorber nuestros volúmenes de generación.
La realidad de los datos pone de manifiesto que, tanto en España como en Europa, la principal solución a los neumáticos fuera de uso son las fábricas de cemento. En primer lugar, porque el alto poder calorífico del neumático, le convierte en un buen combustible para instalaciones industriales de grandes consumos energéticos como la cementera. Pero es que además de energía, y esto es un valor diferencial, cuando se emplean neumáticos en el horno de una fábrica de cemento, también se están reciclando otros materiales presentes en su composición como hierro o aluminio, ambos necesarios para fabricar cemento. Este porcentaje de reciclado está cuantificado para toda la Unión Europea en el entorno del 25%.
La Comisión Europea, en su comunicación sobre economía circular del año 2015 dice «Cuando no se pueden evitar o reciclar los residuos, en la mayoría de los casos y tanto desde el punto de vista medioambiental como económico, es preferible recuperar su contenido energético en vez de depositarlos en vertederos». La Comisión Europea en su comunicación del año 2017, sobre el papel de la transformación de los residuos en energía dentro de la economía circular, citó de manera específica como agente destacado en este ámbito a la industria cementera.
Los datos son concluyentes al respecto, según la asociación europea de fabricantes de neumáticos, casi 1,2 millones de toneladas de ruedas usadas se aprovecharon material y energéticamente en fábricas de cemento de la UE, aproximadamente el 40% del total generado. En España hay 20 fábricas de cemento autorizadas para emplear neumáticos usados como combustible y en el año 2016 se emplearon 132.000 toneladas para las que no existen mercados alternativos y que probablemente de otra forma acabarían depositados en vertederos como el de Seseña.
Usar las fábricas de cemento como solución al problema de las ruedas usadas no es algo exclusivo de la Unión Europea. En EE.UU. el 47% de los más de cuatro millones de toneladas de neumáticos fuera de uso se destina a combustible en distintas instalaciones industriales, mayoritariamente fábricas de cemento y en Japón el porcentaje de recuperación energética se eleva hasta el 63%.
Para finalizar, el tema que más preocupa a la opinión pública es lógicamente el posible impacto en la salud. La experiencia de más de 40 años en los países del centro y el norte de Europa, y de casi 30 en España ha demostrado que esta práctica tiene todas las garantías desde un punto de vista de seguridad y salud. Está absolutamente probado por todos los estudios científicos e independientes que no se modifican las emisiones de las fábricas, ni se genera ningún riesgo añadido para la salud humana ni para el medio ambiente. En Francia y en Alemania, se emplean anualmente más de 170.000 toneladas de neumáticos fuera de uso en fábricas de cemento, algunas de ellas ubicadas al lado de denominaciones de origen de productos agrícolas del máximo prestigio a nivel internacional.
Pese a lo tozudo de los datos, pese a que la Comisión Europea considera el uso de combustibles derivados de residuos (como los neumáticos usados) una mejor técnica disponible, pese a tener la legislación medioambiental más restrictiva del mundo, hay quien sigue empeñado en generar un debate artificial y alarmista sobre el proyecto de emplear neumáticos usados en la fábrica de Toral de los Vados.