ARTÍCULO: El impacto de la tasa del dólar en el mercado inmobiliario dominicano

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El mercado inmobiliario de la República Dominicana ha estado estrechamente ligado a las variaciones del dólar en los últimos cinco años. Al ser una economía donde gran parte de los insumos de construcción y las inversiones se manejan en esta moneda, cualquier fluctuación tiene un efecto directo en precios, ventas y en la percepción de los inversionistas.

En los bienes raíces dominicanos, el dólar es la moneda de referencia tanto para desarrolladores como para compradores internacionales. Los precios de la mayoría de los proyectos se fijan en dólares, lo que genera estabilidad para inversionistas extranjeros, pero también presiona el acceso de los compradores locales cuando la tasa sube.

Entre 2020 y 2025, la tasa del dólar en República Dominicana mostró una tendencia de incremento gradual, pasando de alrededor de 53 pesos por dólar a más de 63 en la actualidad. Aunque los aumentos no fueron drásticos, el efecto acumulado impactó en los costos de construcción y en la capacidad de compra de las familias dominicanas.

Gran parte de los materiales de construcción, como el acero, la cerámica y los acabados, son importados y cotizados en dólares. Cada alza en la tasa encarece automáticamente los proyectos. Esto ha llevado a desarrolladores a ajustar precios, reducir márgenes o rediseñar productos para mantenerlos atractivos.

Como consecuencia de eso, los proyectos inmobiliarios han registrado incrementos constantes en sus precios en pesos. Si bien en dólares los aumentos han sido más moderados, el consumidor local siente una presión mayor, ya que su ingreso en moneda nacional no crece al mismo ritmo que la devaluación. Esto genera una brecha en el acceso a la vivienda.

Las ventas a dominicanos residentes en el país se han ralentizado en ciertos segmentos, especialmente en la vivienda media y media-alta. El encarecimiento de los créditos hipotecarios, junto con el alza del dólar, limita la cantidad de clientes calificados. Muchos compradores han decidido esperar mejores condiciones.

A diferencia del mercado local, la diáspora y los inversionistas internacionales han mantenido un rol activo, ya que sus ingresos están en dólares. Para ellos, el alza de la tasa ha representado incluso una ventaja, pues con la misma cantidad de dólares reciben más pesos al invertir en el país. Esto ha sostenido el dinamismo en zonas turísticas como Punta Cana.

Por su lado, la vivienda económica ha resistido mejor porque sigue siendo prioridad del gobierno y de programas de financiamiento. En cambio, los proyectos de gama media-alta y turística han sentido más los efectos de la variación del dólar, con ajustes en la velocidad de ventas y en la estrategia de comercialización.

A eso le añadimos que el acceso al crédito hipotecario es más costoso cuando la tasa del dólar se mantiene al alza, ya que los bancos ajustan sus políticas de riesgo. Esto genera que algunos compradores locales queden fuera del mercado, y que los inversionistas extranjeros busquen modalidades de pago directo o financiamiento internacional.

Si esta tendencia continúa y el dólar sigue incrementándose, tanto en la actualidad como en los próximos años, el mercado inmobiliario dominicano podría enfrentar un escenario mixto: menor participación de compradores locales, pero mayor protagonismo de la diáspora y los inversionistas internacionales. Esto podría reforzar el desarrollo de zonas turísticas, mientras se ralentiza la vivienda urbana.

Aunque el alza del dólar genera presión, también abre oportunidades para quienes piensan en largo plazo. Invertir en inmuebles sigue siendo una de las formas más seguras de preservar valor frente a la devaluación. Los proyectos con precios competitivos, facilidades de pago y buena ubicación seguirán encontrando demanda.

En conclusión, el mercado inmobiliario dominicano ha demostrado resiliencia frente a las variaciones de la tasa del dólar. Si la tendencia alcista se mantiene, veremos un mercado más dependiente de la inversión extranjera y de la diáspora, pero también con oportunidades para quienes logren adaptarse. El reto será equilibrar el acceso de los locales con la atracción de capital foráneo, garantizando un crecimiento sostenible.

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