Articulo: Gobiernos locales incapaces de resolver el problema de la indigencia.

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El espectáculo produce nauseas a los transeúntes y los que manejan voltean hacia el lado opuesto. Un hombre con los pantalones en los tobillos, en cuclillas hace sus necesidades a mediodía. El lugar no es Pakistán, la India o Afganistán. Es la esquina de la Calle Venice y Broadway en el Centro de Los Angeles.

Esas escenas por demás lamentables, se pueden justificar en países como los antes mencionados, no en Los Angeles, una de las ciudades más prósperas y dinámicas del mundo donde residen personas de todas las etnias y que han probado ser un ejemplo de filantropía y empatía hacia el más necesitado. Una prueba de ello es que hace ya varios años votaron por una medida ( measure H)) a fin de generar millones de dólares para proveer de techo, vestido y alimento a los miles de hombres y mujeres que viven en las calles. A la fecha no obstante contar con un presupuesto millonario, la ciudad y sus gobernantes se han visto incapaces de resolver el problema que ya llega a los traspatios de los residentes.

Sólo en este año, más que el anterior, además de los casi 500 millones de dólares que anunció el alcalde de Los Angeles Eric Garcetti para atender la indigencia el año pasado, llegaron a las arcas de los departamentos gubernamentales y organizaciones civiles dedicadas a este rubro, la friolera de 532.8 millones de dólares, de los cuales ni un solo dólar se entrega de manera directa a los afectados. ¨¡Qué ocurrencia se lo gastarían todo en alcohol!¨

La verdad es que nada de lo que han hecho hasta ahora las instituciones junto con el gobierno ha funcionado y la sociedad ha reaccionado ante tan nulos resultados. Una de ellas es la de organizar un movimiento para destituir al alcalde de Los Angeles Eric Garcetti.) La población de indigentes durante la administración de Garcetti lejos de disminuir ha aumentado a casi 60 mil.

Gracias al trabajo de campo que han realizado durante muchos años demógrafos, sicólogos, siquiatras, antropólogos, trabajadores sociales, asistentes y voluntarios (en los que se ha gastado una millonada) existe un censo de los sin techo; se encuentran muy bien localizados. Asimismo; se sabe con certeza los diferentes motivos por los cuales llegaron a esa situación tan lamentable. También se conoce con más o menos precisión cuantas personas desconectadas de la realidad deambulan por las calles de Los Angeles. Hombres y mujeres que sostienen conversaciones interminables con seres invisibles.

A pesar de que los indigentes viven en condiciones por demás precarias, a su alrededor existe un aparato burocrático y administrativo que se sostiene y muy bien por cierto con los fondos que fueron aprobados originalmente para los desposeídos.

Incontables han sido los costosos estudios, análisis y programas en los que se han propuesto todo tipo de soluciones, desde ambiciosos proyectos habitacionales hasta reubicaciones masivas de los sin techo a otros espacios fuera de la ciudad. Al final se archivan junto con los anteriores por orden alfabético. ¨¡Nadie los quiere como vecinos!¨

La realidad es que los gobernantes le sacan al bulto. Ninguno de ellos se atreve a tomar decisiones que pondrían en riesgo sus ambiciones de avanzar en su carrera política. Ellos saben cuáles son las medidas que tomar pero no se atreven a implementarlas.

La primera y la más lógica: Los enfermos mentales no deben andar por las calles expuestos a golpes y violaciones. El Estado debe retomar su obligación de protegerlos y para eso debe internarlos en Centros de Salud Mental amigables con jardines amplios donde ellos puedan vivir y recuperar su dignidad de seres humanos. ¨¡Para que llegue la ACLU y me demande!¨

Se debe eliminar el laberinto burocrático y dejar una sola institución encargada de tramitar subsidios de renta y estampillas de comida para hombres, mujeres, familias que hoy en día viven en moteles y otros en sus carros. (A la salida del estacionamiento del White Memorial vive en su auto una madre y su hijo mayor de edad. Un árbol es su techo, una canastilla de mercado es su closet y una parrilla en el asiento del pasajero es su cocina.)

La misma organización debe proporcionar boletos de autobús para los que llegaron a Los Angeles como producto de un engaño y quieren regresarse a su lugar de origen lo puedan hacer sin problema. La promesa de un buen trabajo es la más común. Estas personas, sobre todo muchos jóvenes, agotados sus mínimos ahorros, terminan sumándose a la población indigente.

¿¡Y que vamos hacer con las sexoservidoras, los alcohólicos, los drogadictos que también son indigentes!?

Seguir el ejemplo de Amsterdan, ciudad ejemplar donde la policía se da el lujo de cerrar los fines de semana porque no hay delincuencia. Los drogadictos no cometen ningún acto de violencia para adquirir la droga de su preferencia. El Estado se las provee sin ningún problema. Las sexoservidoras tienen una zona de tolerancia donde anuncian sus servicios a través de vistosos aparadores. Pagan impuestos y su profesión no es motivo de escarnio por parte de la sociedad. ¿¡Are you out of your mind!?

Eric Garcetti tiene la gran oportunidad de implementar estas medidas que ya han sido probadas con éxito en ciudades europeas y hacer de la ciudad de Los Angeles un modelo a nivel nacional para terminar con la indigencia. No tiene nada que perder y mucho que ganar, entre ellas el conservar su chamba.

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